viernes, mayo 16, 2008

La vida, una prostituta



Puedo comenzar diciendo, que no encontré la vida vagando bajo un farol ni con un penetrante olor a “mujer”; un día desperté y ya se había metido en mi cama. No se su nombre y quizá no me importe saberlo.

Es bien conocido, eso si, que a algunos les tocan unas de primera calidad, y a muchos otros nos tocó una que hay que asearla de vez en cuando. Toda es un pecado, nos lo ha mostrado el Vaticano, aunque es bien sabido que se divierten con ellas.

A mi me tocó una buena.

No sabe por que está aquí, pero es buena para pasar las noches. En verano tiene unos pies frescos y en invierno se pone triste.

No le he pagado y esperaré hasta que me lo pida, solo que a veces tengo miedo que cuando tome una ducha me robe la cartera.

Por las mañanas he pensado pedirle que se vaya, pero en estos días ya no sabe uno por donde ha pasado otra puta vida. Yo me quedo con la vida pues.

Se ha quedado conmigo mientras han partido otras mujeres. Mi vida, la prostituta, me ha confiado que ha pensado en abandonarme también, por que no le he puesto atención por quedarme junto a la venta viéndolas partir o esperándolas regresar.

Mi puta vida ahora siente ser madura aunque siempre se haya comportado como niña.

Versa y se perversa.

He tratado en ocasiones en tomarla por los brazos y demandarle que sea solo mía, desvía sus ojos, se queda callada; pero aprovecho, le miro los senos y quedamos a mano.

Cuando le pido me acompañe por una noche siempre se queda en la mañana. Cuando sea viejo y no pueda con ella seguro que me dejará, de eso no tengo miedo. Tengo miedo que, encabronada por que nunca le pagué, se lleve las pocas cosas de valor que tengo.

No estoy enamorado de ella, ni creo que ella lo esté de mí.

Le he enseñado a que se muestre sonriente en los eventos de sociedad, que se maquille pero que no llame mucho la atención.

Siempre ha sido afín a los ménage du trois por que me demanda una mujer que nos acompañe en las noches; a veces cuando estamos en el pasto, me propone la idea de quedarnos para siempre con una.

No tengo compromiso de escucharla ni tampoco si tengo que abrazarla y si quiero dormir le digo tres lentos adioses con los párpados, no tiene más a donde ir estoy seguro. Me acompaña mientras duermo, entra y sale por mi nariz

Ya la tengo y no me queda más que aprovecharla, quién sabe cuando pueda encontrar otra igual

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mi comentario sentato es...