Sales de tu casa
igual que de tus sueños
igual de presurosa
aunque deseando que duren un poco más
Pasas sin percibir el jardín
que te invita a dedicarle dos minutos;
uno a los helechos
y otro a las espinas de los rosales que has dejado morir.
En vez de eso,
abres el barandal de metal
y solo el sonido del paso de la helada mañana te advierte el desengaño.
Has despertado y no te encuentras segura.
No desesperes Martina.
Una mañana tu vista no volverá a ver donde has partido
Una mañana no tendrás que despertar.
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